Con la ayuda de su abuela llegó de San Benito a Cartagena con el fin de estudiar, sin embargo, no logró matricularse por motivos financieros, entonces consiguió un trabajo en la Gobernación de Bolívar como ayudante. En la gobernación, lo recomendaron para ingresar al ejército. Ya en el ejército, aunque él pensaba "yo para qué voy a ir a una guerra ajena", decidió por representar voluntariamente a Colombia sin conocer realmente lo que la guerra le esperaba. Antes de ir a la guerra, Helí pudo tener un completo entrenamiento para el combate; "yo no tuve la desdicha de conocer un arma hasta entrar al ejército" hasta que aprendió a utilizar ametralladoras, fusiles, carabinas y pistolas

En noviembre de 1951, en estado de embriaguez se embarcó en el buque y despertó en Panamá. Durante su viaje a Asia, para pasar el tiempo, Helí y sus compañeros jugaban bingo; cuando hicieron una parada en Hawái, las autoridades estadounidenses lo detuvieron al portar el uniforme militar colombiano, y, después de aclarar la situación con grandes barreras de lenguaje, lo dejaron en libertad a las dos horas

Cuando llegó a Busán lo que más recuerda es que "la guerra ya estaba ahí", sobre todo cuando visitaron el cementario de las Naciones Unidas y a los colombianos caídos en combate. Cuando instalaron el batallón simplemente recibieron las órdenes de combatir. A la primera persona con la que estableció una amistad, lo mataron en combate justo en el mísmo combate que Helí fue herido.

Helí, al ser reemplazante de cabo, fue herido en combate cuando se encontraba en el campo de batalla una granada cayó entre las piernas "cuando estalló y me elevó, no podía sentir mi pierna izquierda". Cuando fue trasladado por su herida conoció a una enfermera francesa con la que tuvo relaciones sexuales y, por ello, se infectó su herida; cuando lo descubrieron lo enviaron a Japón para desinfectar la herida. A los diez (10) días de recuperación volvió a Corea para seguir con el combate. Aunque él seguía con dolor en su pierna lo obligaron a seguir en combate.

Lo que más recuerda de la guerra es que cualquier movimiento determinaba su vida: "a un compañero lo mataron tan solo por fumarse un cigarrillo, le pusieron el tiro en el mismo punto de la boca donde tenía el cigarrillo".

Durante su estadía en Corea conoció a una coreana con la cual se iba a casar, sin embargo decía que "no había plata para traérmela para Colombia".

Al terminar su servicio se fué de Busan a San Francisco en barco, y de San Francisco a Nueva York en tren; de Nueva York a Puerto Rico, y finalmente de Puerto Rico llegaron a Cartagena.

Después de la guerra, reconocieron sus esfuerzos por su particiapación que "hasta el día de hoy, esas ayudas me han servido mucho". También, después de la guerra, le dieron de baja en el ejército al rehusarse a combatir en el llano "Yo no vine de una guerra a combatir en otra, no señor".

Después de su servicio en el ejército se casó con su actual esposa y continuó con varias labores distintas a la vida militar. En el año 2000, la embajada de Corea lo invitó a a él junto con otros 20 veteranos a conocer la Corea después de la guerra.

"No anden buscando problemas, busquen juicio y sobre todo estudien que las peleas no son buenas".