Mi padre Julio Nelson Vieco Patiño tuvo la oportunidad de hacer parte del grupo de marinos que se ofrecieron para ir a la Guerra de Corea. Durante el Gobierno de Laureano Gómez Castro se ofreció una Unidad Naval a las Naciones Unidas y dos semanas más tarde se agregó un Batallón de Infantería. La Fragata A.R.C. “Almirante Padilla” zarpó de Cartagena hacia la base naval de San Diego (California) bajo el mando del Capitán de Corbeta Julio César Reyes Canal con el fin de adelantar reparaciones y adecuación de su equipo para la misión de guerra y un período de entrenamiento para su tripulación. La misión que tenía la Fragata A.R.C. “Almirante Padilla” en Corea era servir de apoyo a todos los buques que estaban participando al servicio de las Naciones Unidas.

Salieron de Cartagena el 20 de noviembre de 1954. Pasaron por el Canal de Panamá e hicieron una escala en Honolulu (Hawái) donde era “Pearl Harbor”.

Como miembro de la tripulación su función era ser vigía y artillero, recordaba la experiencia de pasar la navidad tan lejos de su tierra. El día 31 de diciembre reunieron a toda la tripulación para darles salida y un discurso de despedida de fin de año. Sin embargo, cuando dieron las 12 de la noche inició turno de vigía donde estaba la ametralladora.

Con orgullo me decía que había sido parte de la tripulación de la Fragata A.R.C. “Almirante Padilla”, arribando a aguas coreanas el 18 de mayo de 1951. Desde ese momento hasta el 11 de octubre de 1955 cuando regresó de la guerra, esta misma fragata realizó dos viajes de servicio y la Armada mantuvo continuamente una fragata lo que significó cinco viajes de servicio; mi padre participó en el quinto viaje y fue Grumete Distinguido.

Recordaba con alegría las anécdotas en la que estando en Japón hicieron un entrenamiento con otros barcos para que en el caso de que se cayera una persona al mar supieran como hacer el trasbordo a otro barco, e hicieron una prueba con los barcos ingleses (considerados los mejores navales) y unas competencias de pruebas de balística; los navales colombianos ganaron las pruebas de balística. La competencia consistía en derribar unos aviones a control remoto y el que más derribara era el que ganaba, mi padre era artillero y el premio que les dieron fue un crucero por Asia visitado cinco países: China, Manila, Filipinas, Singapur y Hong Kong.

Mi padre será recordado por quienes lo conocieron como una persona amable, servicial, alegre, de buenas costumbres, orgulloso de haber pertenecido a la Armada Nacional y haber sido parte de la construcción de la paz del pueblo hermano coreano.

Soy su única hija, mi nombre es Vilma Vieco Pineda, el amor de su vida fue mi madre ya fallecida, y tuvo la fortuna de vivir la experiencia de ser el abuelo amoroso de mis dos hijos: Andrés Escobar Vieco y Carolina Fram Vieco, y sus dos bisnietos: Brandon y Mila Carmona Fram.

Como amigo fue el mejor y hasta el final mantuvo una sonrisa y lazos de amistad con muchos de sus compañeros veteranos de Guerra.

Buen viento y buena mar…

Escrito por la hija del veterano Julio Nelson Vieco Patiño, Vilma Vieco Pineda.