Nací el 30 de Junio de 1931 en la ciudad de Pereira, Risaralda. Pertenecí al Batallón de Artillería “POPA” Barranquilla como soldado.
En enero de 1952 fui trasladado e incorporado al Batallón Colombia que viajó hacia Corea como compromiso de nuestro país como miembro de las Naciones Unidas. Todos jóvenes sin experiencia en el manejo de armas, aprendimos a manejar las armas en los cerros de Monserrate en Bogotá.
Al llegar el día de viajar a Corea, nos daba miedo y provocaba evadirnos. Ya en el Batallón de Artillería en Barranquilla, llegaba la hora de partir. Subimos 330 militares con destino a la guerra al barco. 36 días viajando y llegamos a Corea en época de invierno, el frío era terrible. Ya estábamos directamente en la base militar, recibí el armamento y a la línea de combate.
Fue muy duro el enfrentamiento directo con el enemigo. Fui herido en una pierna en el carro del Osbaldi y de manera inmediata me retiraron. Me trasladaron a la clínica en donde me conseguí una novia enfermera que me ayudó para quedarme más tiempo en Corea.
Mi abuelo, mi héroe
Desde niño siempre me he sentido muy orgulloso, interesado y sorprendido porque más que un abuelo, me ha tocado un héroe, una persona que siempre me inculcó los mejores valores y principios, me enseñaba con cada una de sus anécdotas que pasaba horas escuchando, y me sentía feliz de saber que tenía un héroe en mi familia.
Siempre dio su vida por nosotros para sacarnos adelante. A pesar de cualquier dificultad él siempre tenía un motivo para seguir. Con su carisma, sencillez y sonrisa nos enseñaba que por más gris que sea un día al final siempre existirá una luz y esperanza que no podemos perder.
Solo tengo palabras de amor y agradecimiento por mi abuelo, siempre me ha querido como un hijo más, lo considero como un padre.
Recuerdo que a mi corta edad, salíamos al parque y me contaba cada anécdota vivida en Corea. A sus 18 años le tocó abordar un barco por más de 30 días, llegar a tierras desconocidas para enfrentar todos su miedos y pensar en un futuro por delante. Esa “verraquera” es lo que más me enorgullece de tenerlo como mi abuelo, me sentía el niño más feliz y envidiado por mis amigos al saber esto.
Tengo momentos que siempre me guardaré en mi corazón y me ponen muy feliz. Él me enseñó a montar bicicleta, me llevaba a jugar fútbol y ver partidos al estadio. Un hombre como él no creo que vuelva a nacer y si algún día me llegaras a faltar, quiero que sepas que el hombre que seré a futuro es gracias a ti y quiero que te sientas demasiado orgulloso. Mis logros son para ti y quiero que sepas que:
Te amo abuelo.
Daniel Esteban Jaramillo García.