La historia del veterano Manuel Mier se transmite a través de las voces de su esposa Aida Rada y su hija Viviana. Desde su juventud, tuvo que luchar para lograr su sueño de servir a la patria en la armada: primero ante sus padres, quienes querían otro futuro para él, y luego al ofrecerse de voluntario para ir a Corea, ya que intentaron sacarlo del grupo de admitidos y tuvo que insistir bastante para lograr ser enrolado. Su experiencia en la guerra fue ambivalente entre momentos muy difíciles en el mar y en misiones donde la vida siempre corría peligro y momentos de esparcimiento y compartir entre compañeros en lugares tan distintos culturalmente como Japón o el mismo Corea.  

En todo momento, el veterano Mier ofrecía lo mejor de su personalidad cálida para amenizar la experiencia a sus compañeros, por eso, su valentía y compañerismo sería recordado por veteranos y familiares hasta sus últimos días. Nunca persiguió la fama luego de su regreso, aunque le dedicó más de 20 años de su vida al servicio. Luego de eso se dedicó a su familia y a transmitir la memoria de aquella experiencia a sus descendientes y al país por medio de la Asociación de Veteranos Navales (Asovexcor).