Ricardo viene de una familia muy humilde, es el quinto de once hermanos. Una de sus motivaciones para ir a la guerra era ayudar a su familia económicamente. Ricardo se enteró de las convocatorias para la guerra de Corea por una publicación de voz populi. Decidió prestar su servicio militar y enlistarse en la guerra. Su motivación para ir en un principio era por aventurero, pero también con la esperanza de que, si fallecía en combate, le entregarían dinero a su familia.
Cuenta que los superiores les recordaban que “Todo el que nace en esta vida tiene que morir de algo”. Los recuerdos más vívidos con los que cuenta son las dos ofensivas que tuvieron en el paralelo 38 que duraron cada una 15 días, en donde tenían que dormir con las armas listas. Los enemigos les tenían miedo a los colombianos puesto que tenían fama de sanguinarios. En la guerra, el arma con la que más se identificaba era el mortero. “A mí me gustaban las armas pesadas, yo manejaba un mortero .60 de tiro curvo. Maté enemigos a la distancia y esos los tengo en la cabeza. Matar gente no es bueno, pero tocaba”. De igual forma, recuerda los momentos de ocio con sus compañeros en las noches de verano donde la luz del sol se extendía hasta las 10 pm. En esos tiempos jugaban, escribían cartas e incluso en días libres los llevaban a Japón a descansar y ahí tomaban, se olvidaban de la guerra e incluso algunos podían alquilar japonesas por 24 horas a 10 dólares. Nunca lo tomaron como prisionero de guerra, pero cuenta que un sargento duró 2 años prisionero y le hicieron fiesta cuando volvió.
Cuando regresó a Colombia agradeció por volver ileso. Le entregó todas las conmemoraciones y medallas a la mamá y aunque lo ascendieron a Cabo Segundo, decidió retirarse del ejército para terminar su bachillerato. Estudió contaduría en la Nacional de Comercio y trabajó en la caja agraria por 12 años hasta que se pensionó.
El veterano Ricardo Roldán les deja a las futuras generaciones estas palabras: “La guerra no se le desea a nadie porque son solo muertes. Hay que estudiar y buscar una estabilidad, con educación puede ascender mucho más rápido en todo en la vida. La guerra no deja nada, hay que hablar y dialogar para entenderse”.
Fuente: entrevista al veterano Ricardo Roldán.